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Discipulado de la cuenca (portada) Discipulado de la Cuenca: Una introducción a la fe y la práctica biorregionales (San José, Costa Rica: Universidad Bíblica Latinoamericana, 2017).

En el movimiento ecologista se han extendido ampliamente el pensamiento y la práctica biorregionales, que han venido madurando a fondo a lo largo del último cuarto de siglo. Pese a ello, esta escuela de pensamiento ha sido prácticamente ignorada por completo en el campo de la Teología y de la Ética cristianas hasta tiempos muy recientes. Sin embargo, estoy convencido de que un paradigma basado en la cuenca hidrográfica no sólo ofrece la clave de nuestra supervivencia como especie; también puede inspirar la próxima gran renovación de la Iglesia, a la luz de —y no a pesar de— el fin de partida ecológico que nos acecha.

¿Qué significaría para los cristianos el centrar nuestra identidad en la topografía de la Creación en lugar de en la geografía política concebida e impuesta por la ideología cultural dominante, basando nuestras prácticas de discipulado en las cuencas en las que residimos, dentro de las cuales todo debe ser tratado en términos de resiliencia medioambiental y justicia social?

En nuestra labor educativa y organizativa en Bartimaeus Cooperative Ministries estamos proponiendo el discipulado de la cuenca / del momento decisivo como idea marco, lo cual aparentemente está alcanzando una amplia repercusión. El término [en inglés] tiene un triple sentido con el que jugamos a propósito:

  • Reconoce que nos encontramos en un momento histórico crucial de crisis, que exige que la justicia social y medioambiental, así como la sostenibilidad, sean parte integral de todo lo que hacemos como cristianos y como ciudadanos habitantes de lugares concretos.
  • Reconoce el ineludible enfoque biorregional que debe tener un seguimiento encarnado de Jesús: nuestro discipulado y la vida de la iglesia local tienen lugar, por fuerza, en el contexto de una cuenca hidrográfica.
  • Nos invita a ser discípulos de nuestras cuencas hidrográficas. En el Nuevo Testamento, el discipulado es un viaje en el cual aprender del “rabí” mientras se le sigue y se llega a confiar en él. En este caso el “rabí” es el “Libro de la Creación”. Aquí el reto, parafraseando las afirmaciones realizadas en 1968 por el ambientalista senegalés Baba Dioum, consiste en que:
    • No vamos a salvar lugares que no amamos.
    • No podemos amar lugares que no conocemos.
    • No conocemos aquellos lugares que no hemos llegado a aprender.

Desde el comienzo de la historia humana, no ha habido nada más crucial para la supervivencia y el florecimiento de las sociedades tradicionales que la posesión de los conocimientos básicos acerca de la propia cuenca hidrográfica y la relación simbiótica con ella. Aún es el caso hoy, aunque nos queda un largo camino que recorrer para reconstruir la estrecha relación que se requiere para llegar a conocer y salvar los lugares donde vivimos.

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